Milei ¿Cronología de una derrota de su proyecto neoliberal? I Parte

De visita por Buenos Aires un taxista me señaló que Argentina posee tres realidades que los hacen ser únicos en el mundo: 1º Ganar copas mundiales; 2º las permanentes crisis económicas; y 3º el retorno cíclico del peronismo al poder.

A partir de esa sincera y simpática respuesta, en la siguiente columna de opinión me pregunté si el plan económico anunciado por Milei, forma parte de una cronología que tiene antecedentes históricos suficientes para llevar a Argentina hacia nueva derrota de la ortodoxia neoliberal.

Pero, primeramente, ¿cómo opera el neoliberalismo?

Naomi Klein acuñó el concepto “Doctrina del Shock” para referirse a la operatoria que utilizan los sectores neoconservadores para implementar bajo métodos psicosociales, políticas públicas económicas de índole neoliberal. Los medios de comunicación a su servicio juegan un rol clave en este ejercicio de manipulación mediática de la opinión pública, ya que deben exacerbar las crisis financieras, para de esa manera persuadir a la ciudadanía de que es obligatoriamente necesario realizar repentina y momentáneamente una terapia de shock, la cual en el futuro le “promete” a una ingenua ciudadanía inagotables fuentes de enriquecimiento y prosperidad.

¿Y qué dice la historia comparada del neoliberalismo?

A fines de 1973 Chile se encontraba bajo la feroz dictadura de Pinochet. Paralelamente a la violencia represora de los militares, los economistas neoliberales civiles, denominados Chicago Boys, comenzaron a aplicar con fuerza otro tipo de violencia: la económica. En 1975 esos mismos economistas fueron autorizados por las autoridades locales y por las instituciones monetarias internacionales para implementar de shock una serie de políticas públicas de corte neoliberal. Disminución drástica del gasto social, apertura desmedida de la economía al exterior; reducción sustancial del tamaño del Estado eran algunas de las principales medidas que trajo consigo el shock financiero que comenzó a implementarse de manera radical en todo el país.

¿Y Argentina qué?

Los últimos 50 años de la historia económica argentina están marcados por los planes de shock financieros que proponían y anunciaban mediáticamente sus ministros neoliberales de economía. Por ejemplo, en 1975 el secretario de esa cartera, Celestino Rodrigo, quien mediante lo que se denominó posteriormente como el “Rodrigazo”, pretendió implementar una serie de políticas neoliberales, que pasaban por devaluar la moneda en un 100% y aumentar considerablemente las tarifas de los servicios públicos, para de esa manera enfrentar la altísima inflación que aquejaba al ya moribundo gobierno de Isabel Perón y que solo la paralización sindical y la protesta social a nivel nacional terminó con la renuncia a su cargo del ministro Rodrigo, y con un freno a su plan económico.

La Junta Militar que interrumpió la democracia argentina en marzo de 1976, nombró como su ministro de economía a José Alfredo Martínez de Hoz, quien propuso un “nuevo” plan de shock neoliberal, pero a diferencia del de su antecesor, éste venía reforzado por la sistemática violación de los DD.HH. que le garantizaban las Fuerzas Armadas. Los principios doctrinarios de Martínez de Hoz fueron los clásicos del neoliberalismo: congelar los salarios, eliminar el control de precios, disminuir el tamaño del Estado, entre otros.

A mediano plazo estas medidas neoliberales parecían traer prosperidad y progreso al país, ya que como bien señala el profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Fernando del Corro: “al ser menor el ajuste que la inflación y las tasas, el negocio era traer dinero, colocarlo a tasa en pesos y luego recomprar muchas más divisas”, todo lo cual se manifestó en un dólar extremadamente bajo que permitió a las clases alta y media viajar permanentemente al exterior, así como la compra de una serie de bienes importados.  

Pero todo eso era un espejismo. Detrás de lo que se denominó como el momento de la “plata dulce”, se escondían dos de las principales negatividades sociales del neoliberalismo: un aumento considerable de la pobreza y una altísima concentración de la riqueza. Situación que quedó literalmente expuesta a mediados de los años 80, cuando el país debió enfrentar una altísima inflación, y que el gobierno de Raúl Alfonsín pretendió frenar con dos planes auspiciados por el FMI. Tanto los planes “Austral” como “Primavera” iban desde el nacimiento de una nueva moneda denominada “austral”; pasando por una mayor apertura del comercio y finalmente la privatización de las escasas empresas públicas que aún quedaban en poder del Estado.

Ni siquiera con la obtención de la copa del mundo de México `86, Argentina logró revertir el agobiante clamor popular de molestia ante la incertidumbre económica, marcado por una desbordante deuda externa y una inflación de proporciones. Hacia 1989 la inflación ya era hiperinflación, sumándose la escasez de una serie de productos de alimentación de primera necesidad y restricciones al uso de la electricidad, todo lo cual generó en el país un nuevo estallido social que finalmente obligó al gobierno radical a adelantar la entrega del poder al ganador de las elecciones de ese año, el peronista neoliberal Carlos Saúl Menem.

De esta manera culminaban los años 80 y las tres predicciones cíclicas que me había expresado el taxista porteño parecían cumplirse a cabalidad: 1º En 1986 habían ganado una Copa del Mundo; 2º Hacia 1989 el país arrastraba una enorme crisis económica; y 3º la década culminaba con el retorno del peronismo al poder.

Pero ¿y qué paso en los años 90 con el neoliberalismo de Menem?

Bueno, eso se analizará en una segunda parte de esta columna de opinión.

Prof. Jorge Olguín Olate

Doctor en Historia. Universidad de Chile